La pérdida de un embarazo deseado
es una de las experiencias más devastadoras que una pareja puede enfrentar y a
pesar de ello, es un dolor que sigue siendo invisibilizado.
Cuando se escucha las palabras
“no hay latido”, el mundo se detiene. En ese instante, lo que sigue es un
torbellino de emociones: tristeza, culpa, rabia, impotencia, frustración y, en
muchas ocasiones, una profunda soledad. Aunque la magnitud del dolor es
inmensa, tanto la sociedad como el sistema de salud suelen fallar en brindar el
apoyo emocional adecuado para procesar esta pérdida.
A esto se suma escuchar frases
como: “La próxima vez puedes cuidarte mejor, para que no pase de nuevo”,
“Tienes otros hijos", "Todo pasa por algo", "Ya vendrán
más", “Mejor ahora que más adelante”, entre otras, que lejos de ayudar,
minimizan y agregan carga emocional para quienes están viviendo esa situación
que ya de por sí, es profundamente desgarradora. Estas frases reflejan una
falta de comprensión y empatía que no es sino, el intento de evitar hablar del
tema de la muerte, que sigue siendo tabú. Porque el duelo duele, incomoda,
molesta (a los otros) y esa incomodidad muchas veces lleva al silencio,
dejando a las parejas sumidas en soledad.
Es importante entender que la
pérdida gestacional, ya sea en las primeras semanas o en etapas más avanzadas,
no es algo que se supere rápidamente. Comparar el dolor de una madre que perdió
un hijo recién nacido, con el de otra que perdió un embarazo de seis semanas o
siete meses, es insensible y equivocado. No se trata de medir el dolor, sino de
comprender que cada persona tiene su propio proceso. Si no se tiene nada útil
que decir, el silencio y la compañía sincera suelen ser el mejor consuelo.
Frases genuinas, cuidados post- pérdida, mensajes y llamadas son mucho más
significativos que las respuestas apresuradas “para consolar”.
El sistema de salud también
contribuye a esta desconexión emocional. Los médicos, obstetras y el personal
sanitario a menudo se enfocan en lo clínico, mencionando estadísticas y datos
que, en ese momento, no significan nada, Además, la falta de protocolos hace que
las mujeres que han perdido un embarazo compartan sala con otras mujeres que
tienen a sus hijos en brazos, lo que incrementa la sensación de vacío, pues no
se trata solo de un embarazo, sino de sueños, ilusiones y expectativas que se
desvanecieron con él.
Por otro lado, se sabe que no
solo afecta a las madres, los padres también sufren, aunque muchas veces se les
ignore. La falta de apoyo emocional y comprensión puede llevar a una fractura
en la relación, lo que a menudo deriva en la separación de la pareja. (Sin
embargo, también hay parejas que logran fortalecerse mutuamente, encontrando en
el otro el apoyo necesario para sobrellevar la pérdida y sanar juntos).
Entonces, ¿cómo podemos acompañar
a quienes atraviesan este proceso? Lo más importante es ofrecer empatía
sincera. Escuchar sin juzgar ni apresurar el proceso de duelo, y evitar las
frases “cliché”. Validar lo que sienten y acompañarlos en su dolor.
En algunos casos, puede ser
necesario buscar ayuda psicológica. Recordando que cada uno vive el duelo de
forma distinta, y no existe una manera "correcta" de atravesarlo.
Necesitamos romper los tabúes y
ofrecer un espacio seguro para que las personas puedan hablar de sus pérdidas
sin ser juzgadas ni apresuradas a "superarlas". Porque el dolor,
aunque muchas veces invisible, es real y merece ser reconocido y respetado.
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